Que a nadie le quepa la menor duda, el Gobierno de Estados Unidos quiere dar en Bolivia un “tiro de gracia” al segundo proceso independentista e integrador de la Patria Grande, impidiendo de cualquier manera que el presidente Evo Morales triunfe en el referendo, a celebrarse el venidero domingo, para su eventual reelección en 2019.
La estrategia de los tanques pensantes del Pentágono incluye golpear a Evo, hoy por hoy uno los principales líderes revolucionarios de la región y del mundo, pero al mismo tiempo pegar más fuerte a Venezuela, Ecuador, Brasil y Nicaragua, entre otros, donde tienen lugar procesos emancipadores y unitarios.
Una derrota del Sí en Bolivia tendría efectos adversos para esas naciones hermanas, especialmente para Venezuela, donde la oligarquía parlamentaria se apresta, con el respaldo abierto y sin escrúpulos de Estados Unidos, a protagonizar una suerte de asalto final dirigido a destronar al presidente Nicolás Maduro y acabar con la revolución bolivariana y chavista.
La derecha recalcitrante venezolana en contubernio con la boliviana y sus similares de otros países latinoamericanos calientan el ambiente con acciones violentas, agresiones de todo tipo y campañas mediáticas, financiadas y alentadas por control remoto desde Washington y sus embajadas, con el propósito de subvertir el orden en la región.
En el caso de Venezuela, los grupos ultraconservadores que dominan actualmente la Asamblea Nacional aguardan desesperadamente los resultados del referendo sobre la relección del mandatario de Bolivia, para ejecutar o no con mayor celeridad su anhelo de destronar a Maduro.
El pueblo de la llamada Pachamama (madre tierra) tiene como nunca antes la inmensa responsabilidad de impedir con su voto a favor de Evo que los Estados Unidos caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América, como escribió el héroe nacional José Martí acerca del papel de Cuba en la región a finales del siglo XIX.
En un anterior artículo, escribí bajo el título “No se hagan ilusiones, Evo Sí es Campeón”, que el presidente boliviano es un hueso duro de roer y que sus compatriotas estarán a su altura, pese a los continuos y arreciados ataques de sus adversarios.
He vivido en Bolivia y tengo la fe y la esperanza que en las urnas sus humildes ciudadanos pondrán freno a la apetencia de Washington de dar un “tiro de gracia” al segundo proceso independentista e integrador en la historia de la Patria Grande.
Los pueblos de Nuestra América, parafraseando nuevamente a Martí, tendrán que andar en los venideros días en cuadro más apretado que antes, como la plata en las raíces de los Andes, para derrocar los designios del imperio.
La estrategia de los tanques pensantes del Pentágono incluye golpear a Evo, hoy por hoy uno los principales líderes revolucionarios de la región y del mundo, pero al mismo tiempo pegar más fuerte a Venezuela, Ecuador, Brasil y Nicaragua, entre otros, donde tienen lugar procesos emancipadores y unitarios.
Una derrota del Sí en Bolivia tendría efectos adversos para esas naciones hermanas, especialmente para Venezuela, donde la oligarquía parlamentaria se apresta, con el respaldo abierto y sin escrúpulos de Estados Unidos, a protagonizar una suerte de asalto final dirigido a destronar al presidente Nicolás Maduro y acabar con la revolución bolivariana y chavista.
La derecha recalcitrante venezolana en contubernio con la boliviana y sus similares de otros países latinoamericanos calientan el ambiente con acciones violentas, agresiones de todo tipo y campañas mediáticas, financiadas y alentadas por control remoto desde Washington y sus embajadas, con el propósito de subvertir el orden en la región.
En el caso de Venezuela, los grupos ultraconservadores que dominan actualmente la Asamblea Nacional aguardan desesperadamente los resultados del referendo sobre la relección del mandatario de Bolivia, para ejecutar o no con mayor celeridad su anhelo de destronar a Maduro.
El pueblo de la llamada Pachamama (madre tierra) tiene como nunca antes la inmensa responsabilidad de impedir con su voto a favor de Evo que los Estados Unidos caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América, como escribió el héroe nacional José Martí acerca del papel de Cuba en la región a finales del siglo XIX.
En un anterior artículo, escribí bajo el título “No se hagan ilusiones, Evo Sí es Campeón”, que el presidente boliviano es un hueso duro de roer y que sus compatriotas estarán a su altura, pese a los continuos y arreciados ataques de sus adversarios.
He vivido en Bolivia y tengo la fe y la esperanza que en las urnas sus humildes ciudadanos pondrán freno a la apetencia de Washington de dar un “tiro de gracia” al segundo proceso independentista e integrador en la historia de la Patria Grande.
Los pueblos de Nuestra América, parafraseando nuevamente a Martí, tendrán que andar en los venideros días en cuadro más apretado que antes, como la plata en las raíces de los Andes, para derrocar los designios del imperio.
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