Silvia Ribeiro*
Jonathan Latham es biólogo, botánico, tiene maestría en genética vegetal y doctorado en virología. Publicó recientemente un texto titulado “Dudas crecientes: la experiencia de un científico con los organismos modificados genéticamente”, en el que expresa sus preocupaciones sobre los impactos de los transgénicos y de las nuevas técnicas de modificación genética. Se basa para ello en su experiencia como científico, ya que desde la década de 1990 trabajó haciendo plantas transgénicas como parte de sus actividades académicas.
Latham no estaba preocupado por los impactos en salud o ambiente de esas plantas de laboratorio, en parte porque su entusiasmo por la ciencia y la investigación opacaban otros aspectos y en parte porque no imaginaba entonces que, con la fragilidad y nivel de incertidumbres de tales técnicas, llegarían a productos de consumo y al ambiente. Pero a las empresas de transgénicos –y los científicos que lucran gracias a ellas– eso no les importó, y ahora varios cultivos y muchos alimentos con transgénicos se colaron en los campos y las mesas, pese a que tengan efectos dañinos.
Tras analizar cuidadosamente numerosas evaluaciones de riesgo de cultivos transgénicos, Latham señaló varios problemas. Uno de ellos es que son las propias empresas las que hacen su propia evaluación de riesgo y las agencias gubernamentales solamente las revisan, en general superficialmente. Las empresas, pese a que los datos de sus análisis muestren daños o aunque los análisis sean intencionalmente de pésima calidad, invariablemente informan que sus productos no tienen ningún problema.
Hay varios casos –por ejemplo el maíz Mon863 de Monsanto– en el que científicos independientes accedieron al estudio completo de la empresa, comprobando que las conclusiones no eran coherentes con el propio estudio, sino que habían sido maquilladas para desestimar los daños. Las agencias de bioseguridad y de inocuidad alimentaria solamente leyeron las conclusiones y dieron por buenas las recomendaciones de Monsanto. Lo mismo hizo la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) en México y organismos similares en varios otros países de América latina, aunque el estudio en sí muestra graves anomalías en órganos internos de ratas de laboratorio.
Otro ejemplo que expone Latham es que la bacteria Bacillus Thuringiensis, (usada para hacer cultivos transgénicos insecticidas llamados “Bt”) es virtualmente igual al Bacillus Anthrax, origen del conocido tóxico Ántrax; y que la acción de cultivos insecticidas “Bt” tiene similitudes estructurales con la del ricino. Ricino y ántrax se han usado como potentes tóxicos contra humanos. Además de que no se conoce el modo de acción de las proteínas “Bt”, lo que impide la realización de análisis serios de sus agresiones contra la salud, más grave aún porque las proteínas Cry (del “Bt”) mostraron ser tóxicas para células humanas in vitro.
El aumento de agrotóxicos que conllevan los transgénicos,constituye un enorme problema para la salud y el ambiente. El glifosato, el agrotóxico con transgénicos más usado, fue declarado cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud. Latham explica que el glufosinato, otro químico que se usa con los cultivos transgénicos, tiene un mecanismo de acción (inhibidor de la enzima glutamina sintetasa) que es tóxico para hierbas y también muchos organismos como hongos, bacterias y animales. Además es neurotóxico en mamíferos y no se degrada fácilmente en el ambiente.
El glufosinato permanece en los cultivos transgénicos manipulados para tolerarlo, posteriormente se lo ingiere en alimentos y se puede detectar su presencia hasta meses después. Su acción es tan amplia, dice Latham, que llamarlo “herbicida” no refleja la amplitud de impactos que conlleva sobre muchas otras especies.
Latham, junto a su colega Allison Wilson, reveló que una secuencia viral usada como promotor en casi todos los cultivos transgénicos (CaMV, virus del mosaico del coliflor), se asumió erróneamente como “segura” por 20 años, hasta que un estudio de 2013 realizado por la autoridad europea en materia de seguridad alimentaria demostró que es capaz de alterar la expresión normal de muchos otros genes en plantas, dejándolas indefensas ante las enfermedades. Aunque se trató ignorar el estudio, Latham y Wilson lo sacaron a luz.
El texto no sólo coloca en debate problemas graves de los transgénicos, muestra que si llegaron a los mercados y a la alimentación es solamente por presión comercial de las trasnacionales de transgénicos y la falta de ética de los científicos involucrados, ya que no hay certidumbre sobre su inocuidad y, por el contrario, existe certidumbre sobre un amplio espectro de riesgos. Son los mismos actores que “informan” a los gobiernos –y a jueces en casos de litigio– favoreciendo los transgénicos y ocultando los problemas reales.
Ante esta falta de ética científica y los intentos de simplificación absurda de la complejidad de la naturaleza y el descompromiso con las necesidades, se han ido formando en el mundo asociaciones de científicos críticos, que no aceptan seguir siendo cómplices de la ciencia mercenaria que trabaja para los intereses de lucro empresariales. Ejemplo de ellos es la recientemente formada Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (Uccsnalu), que se constituyó en una reunión en Rosario, Argentina, con científicos y expertos de diez países del continente.
La Unión se posicionó en favor de la prohibición de los transgénicos, haciendo suyas en su declaración constitutiva las palabras del difunto Dr. Andrés Carrasco –nombrado presidente honorario– quien afirmó que “Los transgénicos son una tecnología basada en supuestos falaces y anacrónicos que reducen y simplifican la lógica científica, al punto de ya no ser válida”.
El “emperador transgénico” está desnudo y cada vez más científicos responsables lo están denunciando” n
Investigadora del Grupo ETC, Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración.
Fuente:
http://camposur.miradasalsur.com.ar/2015/10/02/suplemento/transgenicos-ciencia-o-negocios/
No hay comentarios:
Publicar un comentario