VI Congreso CLOC- Vía Campesina, del 10 al 17 de abril en Buenos Aires

A los bifes. Los miembros de la Coordinadora Latinoamericana no andan por las ramas. Han desarrollado el repertorio de políticas públicas que consideran imprescindibles para fortalecer la agricultura campesina e indígena y lograr la soberanía alimentaria. Al tope de las mismas, instalan una Reforma Agraria “popular e integral”, con distribución de tierras y fortalecimiento del sector productivo; límites al tamaño de la propiedad; prohibición de la venta de tierras para extranjeros y expropiación de explotaciones con trabajo esclavo.
Reclaman además una política de acopios que permitan la regulación, a través de compras estatales de la producción en período de zafra-cosecha, depósito y posterior colocación en el mercado en el período entre cosechas; precios mínimos, que garanticen la cobertura de los costos de producción y un margen de renta para las familias campesinas y limite los precios pagados por los trabajadores urbanos y créditos subsidiados para la producción de alimentos, que permita a las familias campesinas la producción de alimentos con obtención de renta y colocación en el mercado a precios accesibles para los trabajadores urbanos, además de compras estatales de esos productos, con destino a los programas de alimentación escolar, hospitales, asilos y al sistema previsional.
La lista de medidas, legislaciones, estímulos, recomendaciones y exigencias es tan larga como un verdadero plan de gobierno para el sector, destinado a hacerlo sustentable y a contribuir al desarrollo de la soberanía alimentaria, contrario al modelo de los agronegocios, considerado socialmente injusto, económicamente inviable, no sustentable para el medio ambiente y su biodiversidad y con una producción mercantil de alimentos con graves consecuencias para la salud de la población. El concepto de Soberanía Alimentaria, desarrollado por la CLOC-Vía Campesina parte del principio de que los alimentos “no pueden ser una mercancía”, ya que la alimentación es un derecho de supervivencia de la humanidad y, por lo tanto, en todos los lugares del mundo cada pueblo “tiene el derecho y el deber de producir sus propios alimentos”. Agricultura Familiar. El 2014 fue declarado Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF) por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con la intención de visibilizar la agricultura familiar de los pequeños productores, “enfocado en la importancia de los mismos para la erradicación del hambre y la pobreza, destacando su capacidad de proveer alimentos, gestionar los recursos naturales y proteger el ambiente para el desarrollo sustentable puntualmente en las zonas rurales”.
Esa intención dio marco a avances que se dieron en algunos países de la región en relación a la creación de espacios institucionales o al desarrollo de legislaciones, como las producidas en la Argentina con la sanción de la Ley de la Agricultura Familiar a fines de 2014 o la creación de la Secretaría respectiva, en el seno del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, acciones que constituyen para los referentes agrarios “un avance institucional” y la posibilidad de que “el agricultor pueda sentarse, debatir y consensuar” políticas, con “la intervención del Estado en beneficio de los pequeños productores y los consumidores”. Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, es uno de los líderes mundiales que articulan los conceptos de “vivir bien”, soberanía alimentaria y cambio climático y expresa la necesidad de promover transformaciones profundas.
Llevó sus propuestas y mostró las acciones desarrolladas en su país ante la Conferencia Climática de Copenhague de diciembre de 2009, desde donde reclamó ese “vivir bien”, con solidaridad, complementariedad y reciprocidad, como antítesis del “vivir mejor” capitalista que, a su juicio, lleva implícito el “explotar seres humanos”, “agotar recursos naturales”, “siempre a costa de otro” y “de la destrucción del ambiente”, con “egoísmo e individualismo”, El presidente de Bolivia pidió que “no cambiemos el clima, ¡cambiemos el sistema!” apuntó al corazón del problema y, en simultáneo, abrió espacio para una agenda compleja y abarcativa, con muchos actores opuestos a su desarrollo. Esa visión, además de desnudar la responsabilidad negativa del cambio climático sobre la vida en la Tierra, avanza hacia el origen del mismo, concluyendo que es el propio modelo de desarrollo el que impulsa los eventos que generan los desastres socionaturales que sufren a diario los pueblos de la región, con inundaciones, sequías, incendios forestales que jamás son “naturales”.
Los organizadores de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, que se reunirá desde el próximo 10 en Buenos Aires, consideran que la CLOC expresa el ideario y las luchas organizadas de millones de campesinos y campesinas de América latina y el Caribe, muchas de ellas impregnadas de los legados de los pueblos originarios, de los trabajadores de la ciudad, de los pescadores, las batallas juveniles y las luchas estudiantiles y de las resistencias de los pueblos indo-afro-americanos, que rechazan los “sistemas productivos de monocultivos, el uso intensivo de tecnología y de agrotóxicos, que destruyen nuestra biodiversidad y acaban con la vida y la salud del pueblo”. Buenos Aires, entonces, será escenario del diseño de esa Vía Campesina.
Carlos A. Villalba. Miradas al Sur
Más en: www.cloc-viacampesina.net
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