Paraguay
Por: Julio Benegas
Con la muerte de Luis María Argaña, el 23 de marzo de 1999 estallaba la lucha encarnecida entre quienes querían administrar la totalidad del poder en ausencia de Alfredo Stroessner.
Breve contexto
Durante el régimen de Alfredo Stroessner se consolidaron dos superestructuras de promoción, acumulación y control social y político: el Partido Colorado y el Ejército. Al partido el régimen le había otorgado la posibilidad de administrar los empleos y cargos públicos. Al ejército, el control de los negocios de reexportación: esa historia de traer mercaderías de afuera, dejar algo acá, y meter el grueso en los mercados vecinos, principalmente Brasil. Autos, drogas, armas, entre las mercaderías ilegales. El resto, por el régimen “normal” de importación o contrabando.
Esta política del régimen de Alfredo Stroessner posibilitó rápidamente la emergencia de una casta económica super poderosa, entre las cuales se encuentran las familias Bo, Domínguez Dibb, Napout, Cartes, Vierci, Rodríguez y Oviedo.
Mientras que al amparo de ese modelo de reexportación, con algunos productos “ilegales” bajo protección del Ejército, aparecía una acumulación gigantesca de capitales, desconocida en nuestro país, desde el Partido Colorado se disputaban los consejos de las entidades públicas, las jefaturas, el acceso a la universidad, a los oficios, e incluso al trabajo en cierto sector privado que obligaba la afiliación partidaria para el contrato de personal.
El otro grupo de poder económico estaría muy ligado a la construcción de Itaipu, que en su momento fue la hidroeléctrica más grande del país. Juan Carlos Wasmosy, Carlos Facetti, Raúl Cubas Grau, entre otros, forman parte de un grupo de poder pendular, entre el antiguo poder del Ejército y el poder del Partido Colorado.
A la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, a la desaparición de su figura como árbitro de este modelo de reparto de beneficios, estalla una disputa tremenda entre el liderazgo del Ejército y el liderazgo del partido. Su principal escenario de disputa más visible resulta ser el Partido Colorado. Las internas del Partido Colorado, muy rápidamente, se convierten en las elecciones más reñidas, aún más que las generales.
Los hechos
Al mando de los antiguos negocios del Ejército, al asumir el gobierno Andrés Rodríguez (1989-1993) queda su ayudante, Lino César Oviedo. Fe sucesor de Rodríguez en los negocios descritos y también era el sucesor en la Presidencia por ese proyecto. Pero en las elecciones nacionales del 93 no era todavía su tiempo. Entonces se inventó la candidatura de Juan Carlos Wasmosy: un hombre acaudalado, jefe de otro clan, del clan que se forró con la construcción de Itaipú. En las internas coloradas de diciembre del 92, Luis María Argaña le gana en los votos, pero pierde en el tribunal electoral, tras el cambio de varios hombres. El mando de este operativo se le adjudica a Oviedo.
Wasmosy, tras ir 20% abajo de Guillermo Caballero Vargas, gana en las generales del 93 con el 42% de los votos. Aquella vez, como en tantas otras, Oviedo sale de su cuartel para “alinear” a los presidentes de seccionales. Argaña, el caudillo partidario, ex presidente de la Corte Suprema stronista, con la sangre en los ojos, recorre seccional por seccional para denostar contra sus adversarios. En el poder, Wasmosy y Oviedo cohabitan, se reparten cargos y comisiones hasta el 22 de abril de 1996. Wasmosy ya lo tenía entre cejas al igual que EE.UU. porque, entre otras cuestiones, el hombre seguía definiendo gran parte de la prebenda pública y algunas decisiones sobre todo con relación a la “lucha” contra el tráfico de drogas y el tráfico de autos. Oviedo, desde el Ejército, tenía gran control sobre puestos fronterizos.
La crisis de abril
El 22 de abril del 96, Wasmosy, con un entorno militar más propicio, releva de su cargo a Oviedo y este se encierra en su unidad con amenaza de salir con tanques. Acuerdo de por medio con embajadores y el secretario general de la OEA, César Gaviria, el hombre acepta la decisión con la promesa de ser nombrado ministro de Defensa. Esta situación provoca una de las movilizaciones ciudadanas más importantes, sobre la cual se monta Wasmosy para romper el pacto con Oviedo. Afuera, Oviedo empieza una carrera incansable hacia la presidencia de la República. Al comenzar, contaba con un tímido 7% en las encuestas. Argaña, que hasta ese momento corría solo en las internas partidarias, establece acuerdos con Wasmosy, de la mano de Juan Carlos Galaverna, el principal operador de Wasmosy en el Parlamento, pero esos acuerdos apenas sirven para recrear un tribunal militar extraordinario que apure una condena a Oviedo por la intentona golpista. En las internas del 97, frustrado el acuerdo entre el candidato wasmosista, Carlos Facetti, y Argaña, las votaciones dan por estrecho margen la victoria a Oviedo. Allí echan a rodar el plan b, el de los recursos judiciales. El tribunal militar extraordinario define una condena de 10 años de prisión para Lino Oviedo. Este apela a la Corte Suprema de Justicia, la que termina, el 17 de abril de 1998, días antes de las generales, confirmando la condena. Todo esto se producía en el marco de un clima de apenas contenida violencia política. Oviedo amenazaba con hacer “correr ríos de sangre” si lo inhabilitan. Conrado Pappalardo, “el monje negro”, advertía que Luis M. Argaña nunca ocupará el sillón presidencial. Los grandes medios toman extremo partido, contaminando toda la información con versiones parceladas de la realidad. La guerra estaba instalada.
Con la confirmación de la Corte Suprema de Justicia de la condena de 10 años impuesta por un tribunal militar extraordinario a Lino Oviedo por la amenaza golpista del 96, los grupos antagónicos que crecieron al amparo de la dictadura stronista se declaran la guerra.
Lino queda fuera de juego
Lino es desplazado de la candidatura presidencial el 17 de abril de 1998, a días de los comicios generales previstos para el 10 de mayo. Lo sucede en la chapa su segundo, Raúl Cubas Grau, un empresario de la construcción, y lo acompaña nada menos que Luis María Argaña, el que perdiera en las internas coloradas del 97 contra Oviedo y al que el clan de Oviedo le había arrebatado la candidatura presidencial en el 92 en favor de Juan Carlos Wasmosy. Un molotov. “Cubas al gobierno, Oviedo al poder”. Recordaba a “Cámpora en el gobierno, Perón en el poder”. Argaña se acomodó en la dupla en silencio. Los oviedistas fueron a forrar las urnas para liberar a Oviedo y los argañistas las inundaron pensando en Argaña en el sillón presidencial. Este explosivo cóctel gana por 10 puntos de diferencia a la Alianza Democrática, encabezada por Domingo Laíno y Carlos Filizzola. Aplastante, incuestionable. El proyecto aliancista para derrotar al Partido Colorado, tan ambicionado desde el 89, era sepultado en menos de 20 días de campaña electoral de la nueva dupla oficialista. La dupla estaba constituida por dos proyectos hegemónicos sin mínima intención de cohabitar en el poder. Argaña representaba al ala burocrática, a las familias de gentes que manejaron el partido y los cargos desde antaño. Oviedo al militar, a la que Stroessner le había adjudicado otro negocio, el negocio de “cuidar las fronteras” por donde se traficaban (se trafican) autos, drogas, armas y un montón de otras mercancías “non tan santas”. Ambas alas, expertas en la conspiración y en los vericuetos judiciales, porque su gente había construido, a la cabeza de Stroessner, el sistema político y judicial de este país.
La conmutación
conmutación de penas del Código Militar para liberar a Lino Oviedo. Este decreto es atacado de inconstitucional por el argañismo, sectores del PLRA y del PEN, iniciándose un convulsionado proceso de juicio político a Cubas Grau. A medida que avanzaba este proceso, el clima político volaba a una temperatura desconcertante. En vez de esclarecer, los grandes medios soliviantan y confunden a la población.
A pocos días del inicio del juicio político, el 23 de marzo es asesinado Luis María Argaña, detonante principal de una crisis extraordinaria cuyo escenario más dramático se vivió el 26 de marzo con el asesinato de siete de los manifestantes en la plaza que pedían la renuncia de Cubas Grau. En las FF.AA., Oviedo pierde el control de las armas y, en el Gobierno, un desorientado Cubas Grau termina dimitiendo el domingo 28 de marzo. Se cerraba así otro capítulo de la traumática “transición” paraguaya. Oviedo huye del país, Cubas Grau recibe refugio en Brasil y asume la presidencia Luis González Macchi a la cabeza de otra banda de delincuentes que terminará desahuciando a nuestro pueblo.
Fuente: E,a
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