martes, 3 de marzo de 2015

La mujer no nace, se hace





Esta frase archirrepetida de Simone de Beauvoir conforma la cara de un cubo anunciando, en una de las puertas del parque de doña Casilda de Bilbo, el 8 de marzo de 2015: “La mujer no nace, se hace”. Una frase de ayer aviso a navegantes de hoy. Pero para que no se nos olvide, la escritora Coral Herrera nos recuerda en su libro “Más allá de las etiquetas” que asimismo “los hombres no nacen, se hacen”. Porque como ayer, la reivindicación y deseo de mujer sigue tropezando con la realidad del hombre macho de hoy; no lo olvidemos, también ellas viven una sola vez.«El segundo sexo» (1949), una visión de mujer hecha libro que –como comentará el filósofo y crítico literario Iñaki Amilibia- “hizo llevarse las manos a la cabeza a todos los machitos del mundo, encabezados por la santa madre Iglesia, que prohibió su lectura, catalogándola dentro del índice de libros prohibidos. Las novecientas cincuenta y ocho páginas, impresas en dos tomos, se alzaban contra una supuesta e inamovible naturaleza femenina; en ellas, la autora critica los discursos dominantes (biológicos, sicoanalíticos, del materialismo histórico) y revisa la historia, la antropología y los mitos creados por la literatura, para pasar posteriormente a estudiar la vida de las mujeres (la menstruación, la maternidad, la prostitución…), abriendo así el camino al feminismo moderno y a sus distinciones entre género y sexo... La libertad no se mendiga sino que se coge, eso es lo que hizo en su vida, como señaló, desde muy joven, Simone de Beauvoir: luchar por ser una mujer libre e independiente y no tener siempre a algún hombre por encima (Padre celestial, padre terrenal, cura, marido, por no referirme a otroscomisarios ”.  
Simone de Beauvoir und der Feminismus es un libro recién salido del horno de la catedrática jubilada alemana y residente en el bávaro Mühlheim. Hablo de Ingrid Galster. Ingrid Galster viene rastreando desde años a la pareja Sartre-Simone de Beauvoir, no en balde su tesis doctoral de 1984 versó sobre “La recepción del teatro de Jean-Paul Sartre en el contexto políticocultural de la ocupación alemana de París”. Luego ha publicado numerosos trabajos sobre la literatura y cultura francesa, entre ellos ocho libros sobre Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en editoriales parisinas, así como la antología de reseñas que apareció en 1949 sobre El Segundo Sexo y que a la vez muestra las razones del escándalo que suscitó el libro y el cambio de mentalidad, que se estaba produciendo en la sociedad francesa, además de las actas de un coloquio “Simone de Beauvoir. La Deuxième Sexe. La livre fondateur du féminisme moderne en situation” y por fin Beauvoir dans tous ses états, un libro que recoge numerosos estudios, entrevistas, artículos y debates. Ingrid Galster cuando habla de Simone Beauvoir y el feminismo sabe de lo qué habla.
La autora Galster al presentar su tesis a cátedra, convertida en libro en 1994 y traducida al castellano en el 2011 bajo el título “Aguirre o la posteridad arbitraria”, nos enseñó su modo de abordar el estudio de un personaje. Esta infatigable investigadora somete a una lenta maceración a su presa, la ubica en su tiempo y contorno; estudia, analiza y desmenuza sus escritos y el de quienes anteriormente escribieron sobre ella: qué dijeron, por qué dijeron lo que dijeron, cuáles fueron sus intenciones al escribir, de si lo que se dijo de ella fue más arrebato subjetivo que análisis reposado… Y así de aquel retrato que nos dejó escrito el clérigo Juan de Castellanos en 1589 sobre Lope de Aguirre, como arquetipo de maldad: “El era de pequeña compostura, gran cabeza, grandísima viveza. Pero jamás perversa criatura que de razón formó naturaleza: todo cautelas, todo maldad pura, sin mezcla de virtud ni de nobleza. Sus palabras, sus tratos, su gobierno eran a semejanza del infierno. Charlatancillo y algo rehecho, sin un olor de buenas propiedades. La cosa más sin ser y sin provecho que conocieron todas las edades: Pero nunca jamás se vio pecho lleno de enormes crueldades”, tras estudio minucioso y detallado de la catedrática Ingrid Galster sale un Lope de Aguirre con sabor y aroma, desnudo de prejuicios y casi definitivamente perfilado: “Opresor y oprimido”, y recalca la autora “cuando se le priva de esa doble vertiente se lo mitologiza en uno u otro sentido. La causa de esa privación de complejidad se debe a la utilización de su figura y de la historia, a la manipulación, al convertirle en enemigo o en figura de identificación, en monstruo o libertador. Se erradica lo histórico y cobra peso en la descripción de la figura el destinatario: se presenta a un Lope a la carta, dependiendo del autor y el destinatario”.
“Cuando hablo de la génesis de El segundo sexo no sólo me refiero al manuscrito sino que el objetivo principal consiste en ubicar El segundo sexo dentro de su época. Si alguna vez hubo autores que no creían en verdades supratemporales, que contemplaban el escribir como algo enmarcado por el tiempo, estos son Beauvoir y Sartre”, dirá Ingrid Galster. Y ¿qué decir hoy día de las teorías de Simone Beauvoir, han sido superadas, están en vigor…? Quizá fuera mejor y más útil “hablar de la actualidad de los temas que trató. Una serie de ellos ya no son actuales o, cuando menos, no tan actuales como en 1949, porque se han cumplido las principales demandas que Beauvoir consideraba imprescindibles para la equiparación o emancipación: control de natalidad, participación de la mujer y el trabajo retribuido. Tras la denominada revolución sexual, la píldora y la leyes sobre el aborto, por las que Beauvoir trabajó de manera comprometida, las mujeres ya no son condenadas a la “inmanencia”, utilizando su propia expresión”. Es verdad, dirá Ingrid Galster, puede ser que algunos temas de El segundo sexo estén ya superados, pero el texto sigue teniendo potencial, no está ni mucho menos agotado. Merece la pena que quien quiera ahondar en el tema lo analice y estudie. Hoy día su lectura sigue resultando provechosa para cualquiera. El segundo sexo es parte de la prehistoria de la libertad precaria, que cuando menos muchas mujeres de los países industriales hoy lo han conseguido.
Pero también es verdad, sigue macerando y preguntándose la autora Galster en su reflexión sobre Beauvoir, que “si la ubicamos en su tiempo vemos con frecuencia que en muchas cuestiones fue pionera, se adelantó a su época, pero ¿hasta dónde y en qué? ¿A pesar de su afán por estar al día no hay elementos importantes que se le escaparon o que ella los obvió para no poner en peligro la coherencia de su teoría?”. Fueron muchas las preguntas que la autora de Simone Beauvoir und der Feminismus lanzó al público en aquel coloquio celebrado en el otoño de 1999 animando a los oyentes a despojarse de prejuicios y frases hechas, de mitologías o sonrisas maliciosas, a situarla en su momento. “Es cierto que El segundo sexo ha perdido su status de revelación, como verdad absoluta caída del cielo”.
Escribe Iñaki Amiliabia: “El día 19 de abril de 1986 un cortejo de 5.000 personas acompañaba a la difunta hacia el cementerio de Montparnasse, donde iba a recibir sepultura junto a su compañero, su cómplice, su amante, su amor «necesario» (frente a los «contingentes»), que había sido allí enterrado también un día 19, pero seis años antes (Jean Paul Sartre falleció el día 15 de 1980). Con Sartre, el cortejo fúnebre estaba compuesto por más de 40.000 personas. Las cifras son muestra de cómo la figura de la filósofa quedó ensombrecida por la grandeza del pequeño filósofo, ya que, desde aquella primera oposición a Agregadurías a la que se presentaron, en la que a él se le concedió la primera plaza y a ella la segunda, Beauvoir quedó convertida en «discípulo» (sic) del «gurú del existencialismo» (como consta en el Petit Larousse). Simone de Beauvoir no ocupa, por tanto, un lugar propio en las distintas historias de la Filosofía, a lo más alguna mención a su «Segundo sexo», su obra maestra, y cuya huella sigue marcando a cualquiera que se preocupe de la «cuestión femenina». «… Et tout le reste c’est littérature». Es así como quedó relegada al papel de compañera de Jean-Paul Sartre -«la grande Sartreuse», como dirían con maldad- y al de escritora.
¿Qué conclusión cabe extraerse hoy día? ¿Quizá las mismas o parecidas a las manifestadas en las necrologías de su tiempo? Ojalá no, “porque, como recalca Galster, cada grupo dibujó su propia imagen para apoyar su propia posición. Para una izquierda todavía viva ella avala que avanza el progreso; para una ex izquierda arrepentida y descolorida ella personifica las equivocaciones que se cree haber cometido; para la derecha, entre los que se hallan muchos intelectuales, su muerte marca el fin de una ideología que sólo podía conducir al gulag. ¿Cuál es el verdadero?”
Ingrid Galster con su libro y aportación pretende contribuir a que se haga una lectura precisa, ubicada en su tiempo de toda la obra de la gran Simone Beauvoir a los 66 años de la aparición de El segundo sexo. Y como siempre, un libro de la catedrática jubilada Ingrid Galster es un bello acontecimiento, y más teniendo el 8 de marzo del 2015 a la vista.
Eso sí, sin olvidar tampoco hoy aquel lema del ilustrado francés Poullain de la Barre: “Hay que sospechar de lo que escriban los hombres sobre las mujeres porque son al mismo tiempo juez y parte”.
 
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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