Nuevos aires cargados de viejos hábitos soplan sobre los territorios de Latinoamérica y el Caribe. La vocación hegemónica y su permanente necesidad de renovarse y reafirmarse trae consigo una cartera de elementos de seducción, disuasión o represión que pueden ser usados aislada o simultáneamente y que ofrecen la posibilidad de combinaciones muy diversas, versátiles y siempre, eso sí, con el mismo propósito: en ocasiones explícito y las más de las veces encubierto detrás de velos insostenibles como el de la restauración de la democracia.
Durante el siglo XXI hemos visto reaparecer las figuras autoritarias de
tiempos pasados pero con una esencia distinta. El capitalismo de este
nuevo siglo llegó con ímpetus renovados pero con características
diferentes. Se modificaron sus condiciones materiales tanto como sus
modos y sentidos. Las materias primas de ayer pierden hoy relevancia
frente a nuevos materiales; las tecnologías invaden nuevos espacios y
usan otros caminos; las comunicaciones ocupan todos los ámbitos y
descubren formas y vehículos; los sentidos de realidad en su conjunto se
transforman y se enajenan a través de nuevos mecanismos.
En términos de concepción hay cambios muy notorios, correspondientes a
las modalidades capitalistas del siglo XXI, un momento en que los
estados a la vez se refuerzan y se disuelven, pero sobre todo se
rediseñan; en que los territorios se redefinen de acuerdo con los nuevos
sentidos cohesionadores y con los nuevos imperativos materiales; en que
la sociedad transforma desde la ofensiva del poder ética y estética; en
que los valores materiales, sociales, culturales, políticos y
simbólicos son violentados por los mismos poderes que anteriormente los
crearon, en su versión dominante y dominadora.
El nuevo campo de batalla
1.
Quizá el elemento más relevante ha sido el cambio en la idea de la
guerra y sus propósitos. Si hasta ahora hemos estado acostumbrados a
medir las guerras por sus ganadores y perdedores, hoy tendremos que
adecuarnos a las guerras infinitas. Esas guerras indefinidas que buscan
mantener los territorios en situación de guerra porque ya no son
el medio sino el fin. Es la situación de guerra la que proporciona los
beneficios: da paso al saqueo, estimula una variedad de negocios (armas,
drogas, alimentos, trata de personas, mercenarismo y muchos otros) y
permite un control sobre las poblaciones no legitimado porque se ejerce
en condiciones de excepción.
2. Un segundo elemento
significativamente distinto se refiere a la concepción del enemigo. El
enemigo en verdad es, en este siglo XXI, la otredad bajo cualquiera de
sus formas. Y el otro, por virtud de la competencia y el
correspondiente imaginario de campo de batalla que la acompaña, debe ser
dominado o negado; convertido en –o tratado como- objeto. Pasible de
ser manipulado, usado, pero también deshechado. El otro que aparece por
todos y cualquier rincón como ocurrió en Vietnam, como ocurre
dondequiera que hay un pueblo en resistencia, es asimilable al estatus
de virus. Un virus es relativamente invisible, imperceptible e
incomprensible, salvo cuando incomoda; un virus es, como los
humanos-masa, útil pero despreciable, dañino cuando rebasa cierta
dimensión o cuando la emprende por su cuenta. Debe ser controlado “por
el bien de la humanidad”, aunque en este caso justamente forme parte de
esa humanidad.
3. La idea central que conduce a
entender de una manera muy distinta el campo de batalla, que a la vez es
un equivalente del mercado, se refiere al problema de la incompletud,
que acompaña todos los procesos vitales, pero que debe ser superada,
desde la perspectiva del poder, para evitar porosidades que lo pongan en
peligro. Tarea imposible pero a la que se le dedican esfuerzos
ingentes: tecnología abrumadora y avasalladora; investigaciones de
psicología y de comportamiento de sistemas complejos; técnicas de
convencimiento, envilecimiento, disuasión o parálisis; cálculos de
equilibrios asimétricos; investigaciones (y prácticas) culturales,
lingüísticas, antropológicas y similares que propicien el sometimiento;
fabricación unilateral y universalización de sentidos “comunes” a través
de los medios masivos de comunicación, de los contenidos de la
educación, de las orientaciones de la ciencia y otros vehículos del
mismo carácter.
4. El concepto de dominación de
espectro completo ha sido la clave de transformación en el arte de la
guerra y orienta sus modalidades prácticas. Es un concepto complejo que
se actualiza mediante la experiencia cotidiana de la guerra en todos sus
distintos escenarios y mediante el estudio del comportamiento humano, e
incluso del de todas las formas de vida que concurren en cada uno de
ellos.
Uno de sus aprendizajes, muy evidente en las
disputas por la territorialidad en la actualidad, es el de la aplicación
simultánea y sin tregua de mecanismos variados que tiendan a confundir y
a la vez a producir resultados combinados mientras agotan, en
principio, las fuerzas físicas y morales del enemigo (Ver, a este
respecto, el acoso a Venezuela desde febrero de 2014).
Con
la idea orientadora de “no dejar resquicio al enemigo”, ningún espacio
de resguardo, ni un momento para tomar aliento, se han puesto en
práctica un conjunto de elementos de los que yo distingo tres que
combinados tienen un efecto explosivo: avasallamiento, simultaneidad,
impunidad.
Avasallamiento . Cuando el enemigo es
concebido como una fuerza invisible o difícil de reconocer porque se
pierde en esa masa de seres a los que nunca se les había puesto casi
atención porque se les consideraba demasiado pequeños e irrelevantes, el
procedimiento se inclina por lo que podría considerarse una purga
general, relacionada con las tareas de prevención y disuación pero con
propósitos de más larga duración. Este mecanismo consiste en evitar que
la asimetría se convierta en vulnerabilidad aplicando una fuerza
sobredimensionada, desproporcionada, con carácter arrasador.
Simultaneidad
. El mejor medio para desgastar al enemigo es atacarlo sin tregua por
todos lados al mismo tiempo; como un ataque de un enjambre de avispas.
Con esta idea, se aplican simultáneamente mecanismos desestabilizadores o
directamente de ataque en todos los ámbitos de la vida social. Desde
casos como el mexicano en que se aprobaron en cascada reformas
antipopulares (laboral, fiscal, de control de comunicaciones, educativa y
energética) que generaron confusión y respuestas fraccionadas y que
transformaron sustancialmente y de golpe las relaciones laborales, las
pautas educativas, el patrimonio de la nación (del pueblo de México),
los niveles salariales y de imposición, la vigilancia o intromisión en
la vida privada y los márgenes de maniobra de la sociedad; hasta
procesos directamente de propiciamiento de golpes de estado como el
venezolano en que se manejan los imaginarios y sentidos de realidad, se
genera violencia y confusión, se introducen operativos de descomposición
social, corrupción y soborno, al mismo tiempo que se genera desabasto
de bienes básicos, se ataca al gobierno y también a la sociedad.
Es decir, la simultaneidad es el elemento que más claramente permite
entender la estrategia de dominación de espectro completo, siempre
combinado con la idea de eliminar la porosidad que permita resquicios de
recuperación de fuerzas y de sentidos. Es un modo de proceder que puede
aplicarse en cualquier ámbito, en ámbitos combinados, en todos a la vez
y en cualquier nivel.
Impunidad . El dislocamiento
de sentidos y la confusión que de esta manera se crea es potenciada al
máximo posible cuando a los referentes formales de justicia y moralidad
social se les invalida en la práctica con la ostentación de
comportamientos ilegales. La pérdida de referentes sociales
garantizadores, de lo que se entiende por estado de derecho, equivale a
la construcción de un contexto en el que aparecen como dupla indisoluble
el estado de excepción y una tierra de nadie. Crimen, extorsión,
corrupción, violaciones al orden establecido, atropello, autoritarismo,
vaciamiento de la justicia, del derecho y del respeto social son los
componentes del nuevo escenario impuesto unilateralmente. En mayor o en
menor escala, la complicidad entre crimen y aparatos de justicia genera
condiciones de pérdida de sentidos y de indefensión de la sociedad que
entonces es sometida a una dinámica pantanosa en la que se mueve con
dificultad y sin tener clara la ruta.
El México del siglo
XXI quizá sea uno de los más elocuentes casos de dislocamiento de las
reglas del juego y de imposición de una política general de impunidad en
el sentido que la hemos referido.
La dominación de
espectro completo y los elementos de intervención que hemos destacado,
podemos observarlos lo mismo en una escala planetaria, es decir, en
calidad de macropolítica, que en escalas locales, con todas las
gradaciones y diferencias correspondientes a las especificidades del
caso y al momento o grado de intervención que se busca.
Los mecanismos de intervención
5.
En el terreno de los modos y las formas, o de la espacialidad material
de la ocupación, también podemos observar cambios significativos.
La primera década del siglo XXI estuvo marcada por un nuevo despliegue
de instalaciones militares estadounidenses en algunos puntos
estratégicos del territorio latinoamericano y caribeño. El efecto fue
doble. Por un lado, siguiendo con la pauta del avasallamiento, la
excesiva presencia militar con altas tecnologías y capacidades de
respuesta tuvo un impacto intimidante y disuasivo; por otro lado
realmente mostraba la dimensión del potencial enfrentamiento y el margen
de irradiación casi instantánea de la fuerza estadounidense y sus
aliados. El despliegue y reposicionamiento de las fuerzas
estadounidenses en la zona durante estos años, que en principio las
tenían distraidas en Medio Oriente y Asia Central, es impresionante (ver
mapa).
El estilo de instalaciones que se han promovido a
partir de 2013 ya es distinto; tiene un perfil más discreto (ver
artículo de Sandy Ramírez). El propósito no es tanto intimidatorio sino
totalmente funcional; se busca el entrenamiento y homogeneización de
códigos en la lucha contra “contingencias” de estilos variados como las
de posibles sublevaciones urbanas (particularmente para Chile pero con
alcance general), trastornos ambientales, y situaciones de
“ingobernabilidad” entre las que está el rechazo de la minería a cielo
abierto, a la construcción de una carretera en medio de la selva, de una
hidroeléctrica o simplemente la disputa por el sentido y posesión de un
territorio. Es decir, prepara el terreno para acciones “especiales” y
puntuales forjando los cuerpos de élite.
6. La
presencia militar directa, o incluso la policiaco-militar, generan
suspicacias y rechazo entre las poblaciones. Por ello son acompañadas
por múltiples mecanismos de entrelazamiento con la población que
aparecen como ajenos a la esfera militar, entre los que destacan los
programas de la USAID. Aportando dinero,asesoría, apoyo
tecnológico, capacitación o cuestiones similares, USAID, nacida en el
marco de las políticas anticomunistas de la Alianza para el Progreso en
1961, que buscaban eliminar la influencia de la revolución cubana en
otros países del continente (cuyo correlato fue el bloqueo económico a
Cuba), ha tenido una historia muy claramente vinculada a los golpes
militares de las décadas de los 60 y 70 del siglo XX. En los años
posteriores a las dictaduras militares su presencia se hizo más notoria
en la región centroamericana, marcada por las guerras, y en la
actualidad se extiende visiblemente en países que desde la visión
hegemónica resultan estratégicos como Haití, Colombia, México, Guatemala
y Honduras, a quienes se les ha otorgado un financiamiento de 1,224;
582; 290; 217; y 212 millones de dólares respectivamente en sólo 3 años,
de 2010 a 2012.
De 1990 a 2003 Perú, Bolivia y Colombia
(2,753; 2,333; y 2,190 millones de dólares respectivamente),
considerados el brazo sur del plan Colombia, fueron los países que
mayores financiamientos recibieron. Les siguieron de cerca El Salvador,
Nicaragua y Honduras (con 1,923; 1,414; 1,116), relacionados con el
control del área del Gran Caribe y con las rutas de narcóticos y de
migrantes. En la década de los 80, marcada por las guerras en
Centroamérica, solo El Salvador recibió 4.047 millones de dólares. [1]
Lo mismo sucede con agencias como la DEA, que no sólo tienen paso por
todo el continente sino que también son portadoras de políticas de
ocupación en países o sitios estratégicos. Durante 2008-2014 el
presupuesto destinado al CARSI (Iniciativa de Seguridad de la Región
Centroamericana) es de 665 millones de dólares, cuando el de Colombia
(279 en 2013) y el de México (154 en 2013), países centrales en la
estrategia de seguridad del continente, resulta ser moderado frente a
este monto que se justifica por la “…transferencia de 1,388 mil millones
de dólares en equipo electrónico de uso exclusivamente militar, parte
del cual es expresamente para uso del propio personal estadounidense en
Honduras. Se tendrá ahí posiblemente uno de los mayores centros de
información y telecomunicaciones del Continente.” [2]
El avance discreto a través de estos mecanismos puede ser considerado
de alto riesgo -combinado con el avance explícito de la década anterior
obviamente-, pues permite una penetración más sutil, más profunda, más
inadvertida y más consistente, creando complicidades a la vez que
condiciones de disciplinamiento o de intervención.
Socavar para intervenir desde el fondo.
7.
Lo que resulta significativo es que la intervención con vestido de
economía no cesa de ocurrir y extenderse mientras las otras tienen
comportamientos más erráticos. Las relaciones entre los estados pueden
deteriorarse mientras calladamente las inversiones mineras, petroleras o
similares siguen encontrando recovecos por donde extraer hasta el
último gramo de los ricos yacimientos latinoamericanos. La economía de
rapiña, en connivencia con las oligarquías locales, recuerda
permanentemente la época de la (primera) Conquista. La voracidad del
capital es hoy, tanto como los mecanismos de disciplinamiento y control,
avasalladora, simultánea e impune. Al menor descuido ocupa espacios y
vacía y transforma territorios.
Chevron, Anglo Gold,
Repsol, Halliburton, Barrick Gold, Monsanto, Cargill y algunas otras,
son tan dañinas como las bases militares y los dispositivos de
disciplinamiento. Son tan depredadoras como las acciones militares. Son
también fuerzas de ocupación, saqueo y desolación.
Es por
eso que las luchas crecen y revientan por todos los rincones. Es por eso
que los operativos de desestabilización se multiplican. Es por eso que
el proceso de militarización no puede detenerse, como no logren
detenerlo los pueblos.
Las geografías del poder
8.
La geografía del área de seguridad de Estados Unidos en el continente
también se ha transformado. De la primera década del siglo XXI con un
centro asegurado en Colombia, hoy se ha extendido, a manera de derrame,
hacia Perú y Paraguay en el sur y hacia Centroamérica y México en el
norte, formando auténticamente un corredor geográfico de aseguramiento y
garantía hegemónica. Las políticas y métodos aplicados en Colombia; los
procesos de desestructuración comunitaria y arrasamiento físico; las
imposiciones de lógicas económicas saqueadoras y devastadoras como las
del monocultivo, ya sea de palma, caña, café, soya o cualquier otro
cultivo de rentabilidad garantizada en el mercado mundial; la minería a
cielo abierto, con mercados inmediatos en el exterior; los
desplazamientos de población; la violencia a la vez selectiva e
inespecífica; todos estos elementos, acompañados de cambios en la
normatividad nacional e internacional, los códigos penales y civiles y
en general los usos y costumbres, han transitado territorialmente hasta
crear un corredor securitizado y productor de commodities que atraviesa
América a lo largo desde una punta hasta la otra. Corredor que marca una
línea divisoria entre los países agrupados en el ALBA o las
organizaciones regionales en resistencia frente a las políticas
hegemónicas, y marca la ruta de la Alianza del Pacífico o del Tratado
Transpacífico que hace recordar al legendario ALCA pero reforzado con
una coraza militarizada. Como dijera Colin Powell, no tiene caso hacer
acuerdos de libre comercio si no se garantiza y se acoraza antes la ruta
con acuerdos de seguridad.
Hoy, sin embargo, aun en estas
circunstancias, los pueblos se aferran a la vida y encuentran formas de
restablecer los resquicios, los enjambres y las urdimbres comunitarias. A
pesar del miedo; a pesar del dolor; o justamente por eso.
Notas
[1] La presencia de la USAID ha sido fuertemente cuestionada. Ecuador ha resuelto a inicios de mayo 2014 cortar toda relación con esta agencia, por considerarla injerencista y dañina para la estabilidad y soberanía nacional.
[2] Ceceña, Ana Esther 2014 “La dominación de espectro completo sobre América” en Patria (Ecuador: Ministerio de Defensa), con información de Isacson, Adam et al 2014 Time to listen: trends in U.S. security assistence to Latin America and the Caribbean (USA: Latin America working group education fund, CIP, WOLA).
- Ana Esther Ceceña es coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México.
* Artículo publicado en la revista América Latina en Movimiento, No. 495 (mayo 2014) con el título “Reordenando el continente”. http://www.alainet.org/
URL de este artículo: http://alainet.org/active/
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