Gustavo Borges
La palabra paz está asociada en muchas mentes con debilidad, hacer concesiones, ceder, arrodillarse. Generalmente, en medio de conflictos violentos los que responden con la misma fuerza y logran la victoria, imponiéndola a través de más fuerza y violencia, doblegando así al otro, son los aclamados como héroes y salvadores.
Venezuela en los últimos días ha dado prueba al mundo de lo contrario. Un país donde supuestamente todos somos violentos en extremo, en donde según la manipulación mediática se asesinan a más de 25 mil de ciudadanos al año (cifras de la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia, financiada por EEUU y aliada de la oposición) en donde todo lo resolvemos a los coñazos. En donde la artimaña mediática nacional como internacional, acusa al gobierno de tener colectivos y bandas armadas para reprimir a los contrarios, donde una oposición inducida al odio señala a los pobres como malandros sin control y delincuentes, se está venciendo sobre una de las arremetidas más feroces, radicales y fascistas de los últimos años, con la fortaleza de la paz. El mundo nunca nos entenderá.
Recuerdo en días pasados una anécdota que se me quedó grabada. Un miembro de una organización social, en el barrio 23 de Enero (satanizado como uno de los más peligrosos de Caracas y señalado por la burguesía de tener innumerables colectivos armados), atajando a una señora como de uno 60 años que estaba dispuesta a bajar y enfrentar una de los intentos de barricadas en el centro de la ciudad. El hombre le decía con cariño: “Pero estese quieta doñita, ¿qué va hacer usted por ái?”.
Durante más de un mes el plan opositor era lograr un estallido social de dimensiones colosales, que culminara en una guerra civil para justificar, luego, una intervención extranjera. Nos zumbaron con todo. En las calles, en las redes sociales, los medios de comunicación de adentro y de afuera. Asesinaron a nuestra gente. Incluyendo policías y militares. Incluyendo la de ellos. Todos en su mayoría venezolanos. Los líderes políticos de ellos en su locura de que el gobierno ya iba a caer manipulaban su discurso para que los barrios, los cerros, costas y poblados se lanzaran a las calles. La danza de dólares para financiar la “explosión social” será difícil de conocer.
Y nadie se movió. No, esa afirmación no es correcta. Todos no movimos con una fuerza descomunal, como un solo colectivo humano, pero hacia una sola dirección: la paz. Chávez estaría orgulloso de nosotros. Logramos diluir el odio, no permitimos que el de ellos nos alcanzara. Pero tampoco, por ahora, ellos conocieron la gigantesca fuerza que había y hay detrás de esa decisión.
Fuente: http://misionverdad.com/?p=4487
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